lunes, 20 de enero de 2014

Análisis de “El Amor” de Eduardo Galeano

Este análisis se hace con base en los estudios de Genette, “Discurso del relato”, pero se hace énfasis en el apartado de la Duración. Genette considera que las obras tienen noción del tiempo, sin embargo presenta algunas dificultades. Cabe mencionar que es necesario hacer la distinción entre tiempo de la historia y tiempo del relato. Asimismo, presenta cuatro movimientos narrativos que son la pausa, escena, sumario y elipsis.

Básicamente, la pausa consiste en espacios que describen lo que sucede en la acción, pero el tiempo de la historia no transcurre o transcurre muy lentamente; en este punto podemos apreciar también las intervenciones del narrador. La escena, es el elemento que corresponde a la igualdad de los tiempos, es decir, lo que se narra va acorde con el tiempo que, en realidad, durarían dichas narraciones.  El sumario es aquella parte que presenta una especie de resumen en pocas palabras de lo que ha acontecido en algún lapso (corto o largo). Por último, la elipsis alude a la supresión del tiempo de la historia.

Dicho esto, pasemos a analizar el cuento titulado El amor.

Desde el inicio del cuento podemos hallar la escena, el narrador nos presenta el lugar, los personajes, sus acciones y sus diálogos:

En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.
—¿Te han cortado?— preguntó el hombre.
—No— dijo ella. Siempre he sido así.
Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo:
—No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció.
Esto da cuenta de que tanto el tiempo de la narración como el tiempo del relato tienen una correspondencia de igualdad.

En el párrafo siguiente podemos percatarnos de que hay un sumario, pues si bien es cierto que no especifica cuánto tiempo la mujer de la historia hizo lo que el hombre le ordenó, sí podemos obtener un resumen de lo que hizo durante ese lapso:

Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él decía:—No te preocupes. 
Inmediatamente después de esto, hallamos una elipsis implícita, pues “el lector debe deducirla dentro de alguna laguna cronológica”:

El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba: — ¡Lo encontré! ¡Lo encontré!Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.— Es así — dijo el hombre, aproximándose a la mujer. 
La elipsis puede hallarse entre el primero y segundo párrafo. No se dice cuánto tiempo ha transcurrido ni cuándo fue esa tarde, pero es claro que el tiempo de la historia ha pasado y ese tiempo ha sido suprimido.

El último fragmento del cuento presenta una pausa, pues un solo suceso está siendo descrito de manera considerable, por ende el tiempo de la historia no transcurre, pero el tiempo del relato, sí: 
Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses. 

Por último, me gustaría dejarlos con este cuento para que lo escuchen.


Fuentes:
Genette, Gerard. El discurso del relato. Paris: Editions du Seuil, 1972.
Galeano, Eduardo. “El amor” en Relatos Vertiginosos. México: Alfaguara: 2000.

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